Ha dedicado los últimos años a dirigir varias fundaciones centradas en la ciencia y la conservación. Entre otros aspectos, los frutos de su trabajo pueden verse actualmente en una exitosa exposición en el Centro Cultural La Moneda, “Ballenas: voces del mar de Chile”, que ha tenido gran éxito de público y donde pueden apreciarse los resultados de un trabajo de 15 años en la Reserva Melimoyu. Respecto a la filantropía, algo todavía muy nuevo en Chile, la galardonada opina que es “muy importante que los privados estemos a la altura de esto”.
La filántropa Francisca Cortés Solari (Santiago, 1967) es la flamante ganadora del Premio Ecoscience 2018, destinado a destacar a aquellos líderes que trabajan por la ciencia en Chile más allá de su ámbito, y que la fundación homónima, liderada por el empresario Eduardo Ergas y El Mostrador, entregará esta tarde en una ceremonia.
Cortés ha dedicado los últimos años a dirigir varias fundaciones centradas en la ciencia y la conservación. Para ello creó Filantropía Cortés Solari, una rama filantrópica familiar que administra Fundación Meri, Fundación Caserta, Fundación Tata Mallku y tres parques naturales: Reserva Natural Melimoyu, Parque Cultural Puribeter y Parque Educativo Likandes.
Entre otros aspectos, los frutos de su trabajo pueden verse actualmente en una exitosa exposición en el Centro Cultural La Moneda, “Ballenas: voces del mar de Chile”, que ha tenido gran éxito de público, y donde pueden apreciarse los resultados de un trabajo de 15 años en Melimoyu.
Esta iniciativa nació a partir de la compra de un terreno en la Patagonia y llevó a un proyecto de conservación de ballenas que involucra a numerosos científicos y otros especialistas.
“Hoy todos nuestros estudios están hechos en el Golfo del Corcovado, por lo tanto, ya abarcamos Chiloé, toda una zona, una latitud, que diría yo, que es la 44”. Allí los científicos de su equipo tienen un área de investigación, entre otros lugares, en los fiordos. “Lo más importante de este territorio es que está en un lugar que es prístino, único para el mundo”, cuenta entusiasmada. “Es la puerta de entrada a los fiordos del Corcovado, para la reserva de agua dulce más importante del país, y tal vez del mundo, en los fiordos donde se entierra la Cordillera de los Andes y la de la Costa. Es una riqueza inmensa”.
“Francisca es una mujer de mundo que ha tenido la sensibilidad, pasión y consistencia de saber qué es lo realmente importante en la vida y forjarlo cada día, valiéndose de herramientas como la ciencia, la voluntad y la pasión para ayudar a desarrollar un país natural y sustentable, ciertamente representa los valores y el espíritu del Premio Ecoscience”, señala Ergas.
“El aporte de Francisca Cortés a la ciencia, como también el de cada uno de nuestros otros tres finalistas, debe inspirarnos y ayudarnos para motivar a las generaciones jóvenes. Aún hacen falta dar muchos pasos en la dirección correcta tanto en Chile como en el resto del mundo, pero soy optimista y pienso que, con la cooperación de gente como quienes fueron reconocidas con el Premio Ecoscience, será posible un mayor equilibrio para nuestro desarrollo en la Tierra”.
Por el lado de El Mostrador, Federico Joannon, Director Ejecutivo de este medio, en su segundo año apoyando esta importante iniciativa de reconocimiento, opina que “es muy valorable que la elite chilena desarrolle labores de filantropía científica, de manera decidida y comprometida, ya que, precisamente, el apoyo del sector privado es el mejor estímulo para el desarrollo de la ciencia en el país, además de resultar clave a la hora de sumar otros actores en la defensa del medio ambiente, la promoción de la sustentabilidad y la conservación del patrimonio natural”.
Cosas de la vida
Ella cuenta que su interés por la ciencia y la conservación nació a partir de distintas circunstancias que se fueron dando en su vida.
“Nunca pensamos que nos íbamos a meter en la ciencia. Adquirimos un terreno en Melimoyu, en la Patagonia Norte, y nos preguntamos qué hacíamos con este territorio. Ahí fue donde decidimos hacer una ciencia responsable”, cuenta Francisca.
Surgió entonces un trabajo conjunto con WCS (Wildlife Conservation Society), una entidad que les propuso los ejes de investigación para la reserva, a partir de lo cual Cortés y su equipo definieron sus lineamientos. La WCS colaboró con MERI en el Plan Estratégico de Conservación para la Reserva de Melimoyu.
“Fuimos los primeros en hacer conservación responsable con estos ejes de conservación”, expresa ahora con orgullo. “Fuimos un poco innovadores en ser privados y poner el territorio en una conservación responsable”, añade.
Puerta de entrada al paraíso
Cortés explica que en Melimoyu el primer desafío fue lograr conservar la Reserva y la bahía del lugar, pero hoy va mucho más allá.
“Hoy todos nuestros estudios están hechos en el Golfo del Corcovado, por lo tanto, ya abarcamos Chiloé, toda una zona, una latitud, que diría yo, que es la 44”. Allí los científicos de su equipo tienen un área de investigación, entre otros lugares, en los fiordos.
“Lo más importante de este territorio es que está en un lugar que es prístino, único para el mundo”, cuenta entusiasmada. “Es la puerta de entrada a los fiordos del Corcovado, para la reserva de agua dulce más importante del país, y tal vez del mundo, en los fiordos donde se entierra la Cordillera de los Andes y la de la Costa. Es una riqueza inmensa”.
De alguna forma, siente que ese lugar la eligió, y ella se ha hecho cargo.
“Ahora nos estamos expandiendo. Estamos armando una oficina muy bonita en Chiloé, compramos un palafito y lo estamos remodelando”. Todo esto además del intenso trabajo de divulgación que realizan con los colegios de la zona.
Trabajo de divulgación
Este último aspecto le parece fundamental.
“Nosotros llevamos quince años trabajando en otra fundación que se llama Caserta. Allí nuestra experticia es el trabajo al aire libre y los laboratorios naturales”, explica.
Si en la Fundación Meri es clave el trabajo de los científicos y sus papers, destaca “la importancia de devolver de una manera simple la ciencia a la gente del territorio”. Porque “no puedes amar lo que no conoces”.
En ese sentido, tanto en Atacama como en el Cajón del Maipo y Patagonia, si el objetivo es conservar, ello también abarca “lo humano, el pueblo o la identidad de alguna localidad” como eje.
En cada uno de los territorios hay un programa educativo para “devolver todo lo que hemos estudiado”, ya sea en el tema acuícola o de cetáceos, por ejemplo.
La exposición
La exposición del Centro Cultural de La Moneda es un buen ejemplo de este trabajo de divulgación. Cortés cuenta que es el resultado de tres años de trabajo.
“Como Fundación sabíamos que teníamos mucho material de las expediciones. Muchas son de nivel internacional, porque vienen científicos de todas partes del mundo. A veces en una expedición hay nueve proyectos, en dos hemos tenido trece. Eso es súper importante para nosotros”, enfatiza.
Las expediciones “son una riqueza para nuestros país”. A los científicos que vienen del extranjero “les interesa lo que está pasando en el Golfo del Corcovado, no sólo con las ballenas azules, sino también con otras especies”.
Esta labor generó todo un material –no sólo papers, sino también gráfico, incluyendo fotos aéreas– que resultaba imperativo compartir.
“Ahí imaginamos el proyecto, lo dibujamos, lo metimos en una presentación y salimos a buscar a alguien que quisiera alinearse con este desafíos que teníamos”, recuerda.
Hoy, estar en el Centro Cultural de La Moneda, con una muestra que incluye audios, textos, videos y arte, “y ver todo lo que ha sucedido, y el impacto que ha tenido en los jóvenes”, es un regalo que la hace sentir “que el objetivo está más que cumplido”.
“Poder poner la belleza, mostrar lo que nosotros hemos vivido… yo quería que los otros vieran lo que he visto y vivido”, resume.
“Para que amen, como yo, nuestro país, y lo que tenemos. He recorrido hartos lugares del mundo y creo que nosotros tenemos un potencial económico y ecológico enorme. El Océano, la Cordillera de los Andes… creo que es un país privilegiado”, dice.
La filantropía en Chile
La propia labor filantrópica, que ha logrado visibilizar todas estas riquezas, Cortés la admite como algo muy nuevo en Chile.
“Es algo mucho más común en otros países, como Estados Unidos. Creo que en Chile la palabra ‘filantropía’ recién se está reconociendo. Es un temazo”, aunque a ella misma, a pesar de sus quince años de labor en este tema, le cueste reconocerse como una representante de esta modalidad.
Ella invita a los privados a “no tener miedo” de incursionar en este ámbito y de mostrar lo que hacen.
“Al mostrar cosas bonitas, que impactan, libros, cuentos, material, también estás transformando la conciencia de las personas”, destaca.
Premio Ecoscience
Para ella “este es solo el principio. Creo que Chile está a las puertas de muchas cosas importantes, y creo que es muy importante que los privados estemos a la altura de esto”.
En ese sentido, el Premio Ecoscience destaca algo “que es importante para el país”, como es la filantropía en la ciencia.
“Hoy en día, la ciencia y la tecnología son ejes fundamentales para el desarrollo de un país. Como privados hay que apoyar la ciencia. Hay muchas áreas para poner el foco: educación, patrimonio, cultura. Pero la ciencia nos va a dar las respuestas”, recalca.
Cortés agradeció específicamente a Ergas, “porque sé lo que es llevar una fundación, sé que no es fácil y todo lo que conlleva”.
“Qué lindo encontrarse con otras personas, como Eduardo, y otras fundaciones. Ojalá nos unamos, nos juntemos. A final el propósito para todos es el mismo”, afirma.
Fuente: El Mostrador