María Paz Donoso T.
Directora de Política Educativa Fundación Caserta
Este 2018 se cumplen 15 años desde la primera PSU, un buen momento para realizar un balance de cómo han sido sus resultados y cuáles son los desafíos futuros. Autoridades de la época afirmaron que este sistema permitiría un acceso más equitativo, pasando de una medición de aptitudes a una de conocimientos. Sin embargo, la evidencia sugiere que este objetivo no se ha cumplido. Ya en 2007, un estudio publicado por el CEP anunciaba que la brecha por nivel socioeconómico había aumentado con el nuevo sistema, lo que ha sido corroborado por estudios recientes.
Los contenidos de la PSU se basan en el currículum escolar; no obstante, datos del Mineduc muestran que un establecimiento con menor nivel socioeconómico tiene una menor cobertura curricular, limitando la preparación para esta prueba. Así, estudiantes con un mismo nivel de esfuerzo, pero de diferentes contextos, se enfrentan a la PSU en condiciones dispares.
Richard Phelps, experto en evaluaciones estandarizadas, afirmó en 2017 que en países desiguales, como Chile, estas pruebas no pueden ser el único instrumento de acceso a la educación superior, pues mantienen las inequidades de origen. Por su parte, Diane Ravitch (Universidad de New York) cuestiona las pruebas estandarizadas por omitir disciplinas relevantes en la formación de los jóvenes.
¿Cómo generar un sistema de acceso que incorpore conocimientos y habilidades, mientras reduce las inequidades? Se requiere en primer lugar un cambio de mirada en el sistema de ingreso, pasando de un esquema centrado en contenidos a uno basado en el desarrollo humano, que reconozca la existencia de habilidades no evaluadas en la PSU, pero relevantes para la formación de los jóvenes.
Los programas propedéuticos, el PACE u otros mecanismos de acceso alternativo han avanzado en esta línea, pero son insuficientes. Siguiendo ejemplos de políticas aplicadas en países desarrollados, la PSU podría ser complementada con la universalización de los programas de acceso para estudiantes vulnerables e información anexa como cartas de motivación.
Independiente de la solución, es necesario avanzar en esta discusión, con propuestas orientadas a disminuir inequidades y ampliar la mirada sobre las características que deben tener los jóvenes para proseguir con sus estudios superiores, superando el obsoleto y desigual sistema actual.
Fuente: La Segunda