Por María Paz Donoso
El Ministerio de Educación anunció que en las próximas semanas ingresará al Congreso un proyecto de ley que crea una subvención escolar para la educación parvularia, a contar del nivel medio menor.
La propuesta anterior se basa en la lógica según la cual, al eliminar la limitante monetaria, las familias escogerán el jardín que mejor se ajuste a sus expectativas de calidad, mientras que los establecimientos aumentarían su calidad para ser más competitivos frente a los usuarios. Asimismo, existiría el incentivo de que ingresen nuevos jardines infantiles al sistema, aumentando la oferta y, por lo tanto, la capacidad de elección de las familias.
Independiente de la evidencia empírica sobre esta afirmación, existe, detrás de esta medida, el diagnóstico de que la educación parvularia en Chile adolece de problemas de calidad y la oferta es insuficiente para cubrir la demanda de las familias. Es decir, es una medida que busca resolver dos problemas estructurales del sistema: la calidad y la cobertura.
Sin embargo, si bien las estadísticas muestran una baja cobertura, hay diferencias en las razones que la justificarían. En efecto, de acuerdo a los datos entregados por el Ministerio de Educación y el Censo 2017, menos de la mitad de los niños(as) de entre 2 y 3 años asisten a la educación parvularia (48,8%). La baja asistencia observada responde principalmente a problemas de demanda, esto es la decisión de las familias, de no llevar sus hijos a jardines infantiles. De esta forma, según Casen 2017, el 93% de la no asistencia a la educación parvularia tiene relación con la demanda: las familias optan por no llevar a sus hijos(as) al jardín infantil por variadas razones, como seguridad, riesgo de enfermedades, entre otros.
Si se considera que la evidencia arroja sistemáticamente que asistir a la educación parvularia tiene beneficios positivos en el mediano plazo, ¿cómo explicar que un número importante de familias prefieran dejar a sus niños(as) en sus hogares, en vez de confiarlos a profesionales de la educación?
Una probable respuesta podría ser la baja calidad percibida por los padres respectos a los jardines infantiles.
Una aproximación a la calidad en la educación parvularia son los coeficientes técnicos, es decir, la cantidad de niños(as) por educador(a). En Chile, de acuerdo a la normativa, este coeficiente fluctúa entre los 32 y 45, dependiendo el nivel atendido, mientras que en países OCDE el valor promedio es de, aproximadamente, 14. Esto es importante, pues las investigaciones sugieren que los niños que han participado en programas con una baja proporción docente-niño tienen mejor desempeño posterior.
Así, la educación parvularia se enfrenta principalmente a un problema de oferta, asociado a la calidad percibidas por las familias.
¿Es acaso un subsidio el que resolverá el problema de calidad de la oferta en los jardines infantiles, y por tanto la desconfianza de los padres en la educación recibida por sus hijos? No.
El sistema de subvención por estudiante propuesto, asume que el problema se centra en la oferta de educación parvularia y/o en restricciones financieras de las familias. Sin embargo, los datos no permiten concluir lo anterior. El problema de cobertura se da porque las familias no tienen confianza en el sistema ni en los beneficios que éste reporta, siendo consecuencia directa de la percepción de baja calidad del mismo.
Parte del problema radica en que no existe en Chile un concepto consensuado sobre lo que debiesen ser los estándares de calidad en la educación parvularia. Si bien hay avances institucionales al respecto, en particular gracias a la creación del Sistema de Aseguramiento de la Calidad, los esfuerzos debieran centrarse, antes que nada, en definir los criterios de calidad, de tal forma que sean consensuados a nivel de sociedad. Un sistema de subvenciones, como el planteado por el Gobierno, externaliza este concepto y lo deja a criterio de cada jardín infantil, dejando de lado la mirada transversal que debiera tener la formación inicial de nuestros niños y niñas, pues serán ellos quienes construirán el Chile del mañana.
Mejorar la calidad de la educación parvularia, entendiendo ésta como una mirada integral del ser humano, que equilibre lo cognitivo, emocional, corporal y trascendental, a través de metodologías innovadoras, sin lugar a dudas contribuirá en aumentar la confianza de las familias en el sistema, mejorando la cobertura, como un beneficio colateral de las políticas públicas implementadas. Ese es el camino que debiéramos seguir si se quieren generar cambios estructurales que perduren en el tiempo.
Fuente: El Mostrador