Carolina Albornoz Directora ejecutiva Fundación Caserta
La brecha de los aprendizajes y la deserción escolar han impactado fuertemente en toda una generación de estudiantes. En este contexto, los docentes tienen mucho que aportar para la reparación del sistema educativo. Son ellos quienes han tenido que innovar para sostener en materia educativa y socioemocional a niñas, niños y jóvenes, a sus familias, padres y apoderados.
¿Cómo avanzamos hacia la mitigación de las consecuencias de la pandemia e impulsamos la reparación de la comunidad escolar? Una de las fórmulas es implementar el acompañamiento y mediación hacia el denominado “nuevo rol docente” y la transformación del modelo educativo en medio de la crisis. Pese a que hace años se viene hablando del camino hacia la educación de calidad, la pandemia nos ha obligado a repensar este concepto y priorizar ámbitos de educación integral, socioemocional e intercultural.
De acuerdo con una encuesta a docentes del programa de mentorías “Profes en Red 2022” de Fundación Caserta, lo que más les afecta en sus clases es la situación socioemocional de sus estudiantes (28%), seguido por los escenarios que requieren un manejo de violencia dentro y fuera del aula (19%), y el alto nivel de exigencia curricular (14%).
En esa línea, la formación y el acompañamiento docente se vuelve un imperativo. Los profesores señalan que lo que más valoran, desde el punto de vista del desarrollo humano, es el apoyo que reciben de sus comunidades escolares: tener un trabajo colaborativo (41%), seguido de tener libertad de gestión en clases (22%) y, finalmente, contar con contención emocional por parte de sus colegios (20%). El 27% señala que sus establecimientos educativos no los apoyan.
Esta situación nos obliga a actualizarnos en las prioridades y urgencias de la construcción de un nuevo ecosistema y tejido social. Sería limitante seguir con un modelo educativo con dos siglos de antigüedad y no impulsar, a través de la formación docente, espacios que promuevan una educación integral y de calidad para las necesidades del siglo XXI.
Si bien la responsabilidad de esta transformación no puede recaer solo en los hombros de la comunidad educativa, no hay personas que hayan visibilizado más las brechas de nuestra sociedad durante la crisis sanitaria que los docentes. Su bienestar es la clave.
Fuente: La Segunda