Las calificaciones obtenidas por las y los estudiantes son el resultado de múltiples factores como el acompañamiento que tienen, de si reciben retroalimentación constante, de cómo manejan las presiones al momento de rendir una prueba y de cómo están planificando el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Disminuir la brecha entre lo que las y los docentes esperan que aprendan sus estudiantes, y lo que verdaderamente logran, depende justamente de estos factores. En este sentido, las evaluaciones constituyen una oportunidad única para reconocer oportunidades para mejorar las estrategias en torno a los aprendizajes y volver a planificar el proceso según las necesidades de las y los estudiantes.
Rebeca Anijovic es profesora investigadora de la Universidad de Buenos Aires (Argentina) y directora del Profesorado Universitario en la Universidad de San Andrés, en el mismo país. Su trabajo se enfoca en la formación de docentes en todos los niveles de enseñanza y trabajo en aulas heterogéneas.
Además, es asesora pedagógica en escuelas en Colombia, Uruguay, Brasil, México, Chile y Ecuador, y Directora del Programa de Especialización en Evaluación y Retroalimentación, además de speaker del Seminario Internacional de Evaluación y Planificación.
En la siguiente entrevista, la también speaker del Seminario Internacional de Evaluación y Planificación explica de qué manera enfrentar el desafío de recuperar aprendizajes y de qué forma las evaluaciones permiten tomar decisiones en torno al proceso de aprendizaje de las y los estudiantes.
Hoy las escuelas tienen un enorme desafío de recuperar aprendizajes luego de años de trabajo online. ¿Existe alguna forma especial de planificar el trabajo docente en este contexto que es más complejo?
Para ello, es muy relevante reconocer diversos aspectos. Primero, es necesario relevar los aprendizajes alcanzados por cada estudiante ya que han atravesado por distintas experiencias durante la pandemia. Un segundo punto es la selección de aprendizajes prioritarios que para ser enseñados considerando los tiempos disponibles poniendo foco en las competencias y no solo en los saberes. Lo tercero es planificar teniendo en cuenta que las aulas están conformadas por estudiantes con intereses, necesidades, modos de aprender, culturas y trayectorias diferentes. Por último, otra cuestión a considerar son la selección de estrategias de enseñanza desafiantes, provocando el interés y el protagonismo de sus estudiantes.
Durante este primer semestre se han visto situaciones de violencia escolar que no han permitido avanzar en los aprendizajes de la manera que se tenía presupuestado. ¿Cómo planificamos certeramente para momentos como el actual de manera de no necesitar volver a planificar constantemente?
La planificación es siempre una hipótesis de trabajo si la propuesta es de alta interacción con los estudiantes, es decir, que no podemos anticipar sus intervenciones y aportes. Lo importante es que los objetivos a alcanzar sean claros y transparentes para docentes y estudiantes, y sean como una brújula que nos mantiene siempre orientados hacia donde vamos incluso si cambiamos parte del recorrido.
También entendemos que las propuestas de enseñanza, desde su diseño, tienen que incluir opciones para que las y los estudiantes puedan elegir. Se trata de entender que no es posible hoy seguir enseñando del mismo modo a niñas, niños y jóvenes. La búsqueda tendría que estar orientada, por un lado, a la construcción de lo común, y por otro, a atender a los intereses individuales de cada estudiante.
Las metodologías activas y participativas como los casos, los proyectos, los enigmas, las preguntas potentes y los problemas, son propuestas desafiantes que favorecen un clima de trabajo colaborativo en las aulas.
¿De qué manera las evaluaciones nos permiten recabar información para tomar decisiones?
Las y los docentes recogen información acerca de los aprendizajes de sus estudiantes de manera continua y en distintos momentos a lo largo de una jornada escolar. Por ejemplo, cuando resuelven un ejercicio o debaten sobre algún tema o responden un examen escrito.
La información que recogen tiene diferentes propósitos, unos referidos a relevar cómo avanzan las y los estudiantes en sus aprendizajes y otros adónde han llegado o qué han logrado. Todas esas informaciones recogidas necesitan ser analizadas e interpretadas por las y los maestros, no solo para tomar decisiones sobre los estudiantes, sino para ajustar sus propuestas de enseñanza.
¿De qué forma recomiendas evaluar los aprendizajes de niñas, niños y jóvenes en este momento?
Hoy necesitamos una evaluación transparente, participativa y orientadora que requiere compartir con las y los estudiantes los objetivos de aprendizaje y los criterios de evaluación; favorecer prácticas de autoevaluación y de retroalimentación entre pares, además de ofrecer retroalimentación que haga avanzar en los aprendizajes. Se trata de articular las funciones de la evaluación formativa con la sumativa, buscando coherencia entre ambas.
Fuente: El Mostrador