Me hago presente y partícipe de vuestro reportaje mediante este texto en representación de todo el Tercero Medio “C” del Instituto Regional Federico Errázuriz.
Hay mucho que agradecer y recordar y, al mismo tiempo, tan pocas palabras de las cuales se disponen para expresarlo. Creo que fue hace 11 meses, aproximadamente, que soñábamos en recorrer los bosques patagónicos con nuestros compañeros, que buscábamos entre los rincones de nuestra sala un sentido para nuestra expedición. Sin embargo pronto lo encontramos. Nuestro propósito fue unir la familia del Tercero “C”; no, creo que debo decir “unir más”.
Tomamos nuestros bolsos y mochilas y partimos hace un par de días a nuestra expedición, a inundarnos del encanto de Likandes. Ya desde el momento en que el bus arrancó el sentido se vio cumplido.
Cada partícula dispuesta a ser un absoluto.
Nos gustaría agradecer a la Fundación la oportunidad que se nos brindó, la fe que pusieron en nosotros, por darnos la posibilidad de abrir los ojos y saber que en cada uno de nosotros se esconde un líder lleno de capacidades para triunfar y mover masas a triunfar también, a cumplir metas, pero por sobretodo, cumplir esas metas recorriendo el mejor de los caminos. También por disponer de la mejor manera las instalaciones del Parque Likandes. Agradecemos enormemente la compañía de Gabriela, Macarena, la tía Gaby, Manu, Adrián, Raúl y todos quienes participaron del desarrollo de esta maravillosa experiencia.
El Parque Likandes, es, en toda su complexión, un lugar para reflexionar, para conectarse con un millón de cosas, para compartir, no tan solo con tus acompañantes, sino también con el río, con la montaña, con su flora y fauna, para ponerse a prueba a sí mismo como parte de un conjunto y evaluar y pulir también dicho conjunto con cada uno de los desafíos que el parque nos entrega.
Como dijo Macarena: “nada es al azar”, y lo pude confirmar. Estábamos predestinados a consumirnos en la mística de las montañas, a dejar parte del espíritu institutano del Tercero “C” en el parque y simultáneamente llevarlo a él en nuestros corazones, a ensimismarnos por completo como familia.
Cada momento vivido fue maravilloso, inolvidable, una experiencia de amor y paz.
Hoy escucho a mis compañeros decir con melancolía “¿Sabes?, extraño Likandes” y la verdad es que también lo extraño. Por ello, y porque ya somos parte de ese hogar, solo resta decir:
Gracias totales, pronto estaremos nuevamente por allá.